FOhisTOria. Capítulo primero.

Una foto real y una historia inventada.
La fotógrafa es Pilar Villanova y el escritor Dani Royo.


Hombre de pie, fotografiando un cuadro. Camiseta manga corta, pelo largo y pañuelo en la cabeza

De pronto había aparecido el calor sofocante; en un mes de abril que normalmente no se prestaba a alcanzar temperaturas superiores a 30º.

Los martes era el día libre que tenía.
Cerraba el restaurante y, de pronto, el ritmo infernal de comandas desaparecía. No había despertador, no había que buscar la chaquetilla y los pantalones de color negro, ni el mandil que se anudaba minuciosamente a la cintura y mucho menos el gorro que le obligaba a recogerse el pelo durante las interminables horas metido en la cocina.

Durante seis días a la semana, el olor y el gusto eran los sentidos que más usaba.
El tacto es otra cosa. Pasar de la sensación táctil de limpiar un pescado a manipular una verdura no le producía sensaciones, no focalizaba su atención, sólo era su rutina.

La visión se reservaba para el lunes, era la estrella. Treinta y cuatro museos en toda la ciudad le ofrecían alternativas para no repetir ninguno. Tras ocho meses en la ciudad tenía la sensación de que nunca iba a poder visitarlos todos.

Siempre había una obra que le llamaba la atención, se quedaba mucho rato mirándola, hasta que al final sacaba una foto con su teléfono móvil y se iba a otra sección del museo.
Observaba e imaginaba lo que el pintor quería decir en cada obra. Pero también en aquello que la obra le sugería sólo a él.
Porque sin imaginación, sin sentidos y sin personalidad propia nunca puedes llegar a disfrutar.